sábado, 27 de febrero de 2016

¿Qué son los inmunosupresores y para qué se utilizan en el trasplante renal? (III)


En la anterior entrada de este blog hemos hablado sobre algunos de los inmunosupresores más utilizados en el trasplante renal, como son: Corticoides, Ciclosporina y, sobre todo, Tacrolimus. Hoy, comentaremos algo de otro inmunosupresor muy utilizado, como es Micofenolato de Mofetil/Ácido Micofenólico, otros dos medicamentos de la misma familia, cuyo uso va aumentando en los últimos años, como son Sirolimus y Everolimus y por último, un fármaco, que se empleó mucho al comienzo de los trasplantes, pero cuyo uso es actualmente testimonial: Azatioprina.


Micofenolato de mofetil/Ácido  micofenólico

Este medicamento se desarrolló a mitad de la década de los 90 y, combinado con Tacrolimus, que también surge más o menos por esos años, revolucionó el pronóstico del trasplante, disminuyendo de forma importante la aparición de rechazo. Sin embargo, como todos estos fármacos, no está exento de efectos secundarios y, uno de los más frecuentes era la aparición de diarrea. Tanto es así, que a los pocos años se desarrolló otra forma parecida, llamada Ácido micofenólico, con la misma potencia, pero que producía mucha menos diarrea, y que actualmente es la más utilizada. En España su nombre comercial es Myfortic.
Este medicamento, también puede producir otros efectos secundarios, aunque algo más raros:
-       -   descenso en los niveles de glóbulos rojos, blancos, plaquetas
-          -además de diarrea, a veces puede aparecer molestias de estómago, nauseas,

Muchas veces, los efectos secundarios mejoran al bajar la dosis,  y no es necesario llegar a suspender del todo el medicamento.

Sirolimus y Everolimus

Son dos inmunosupresores muy parecidos entre si, con la misma potencia y efectos secundarios. La diferencia entre ellos es que Sirolimus se toma una vez al dia y Everolimus dos. Ambos no se suelen utilizar como primera opción, y se suele reservar para cuando hay algún problema con alguno de los otros medicamentos o es aconsejable su uso por alguna otra circunstancia:
- si hay intolerancia digestiva por diarreas importantes con Micofenolato y es preciso suspender este medicamento
- si hay daño en el riñón por el empleo de Tacrolimus o Ciclosporina y hay que suspenderlos y cambiar por Sirolimus o Everolimus
- si hay una infección por virus que pueda ser seria, como por ejemplo: herpes, citomegalovirus, varicela-zoster.. ya que estos medicamentos tienen efectos que impiden que los virus proliferen
- en caso que haya un tumor maligno, ya que estos fármacos además de tener efecto anti rechazo, favorecen el que las células malignas no crezcan.
Y, nos `podíamos preguntar, si tienen estos efectos positivos, ¿por qué no se emplean de manera generalizada?. La respuesta es que su poder anti-rechazo es un poquito menor que con los fármacos más utilizados ( Tacrolimus, Micofenolato), y, por tanto, se reservan para situaciones especiales. Son, como el jugador de un equipo de fútbol que está en el banquillo y sólo sale al campo cuando el partido se pone feo, para intentar arreglarlo.
Además, como todos los inmunosupresores, este grupo de fármacos también tienen efectos secundarios:
- aumento de colesterol (muy frecuente)
- si hay pérdida de proteinas por el riñón, ésta podría empeorar
- a veces, puede producir anemia, descenso de glóbulos blancos, plaquetas
- en ocasiones, hinchazón de piernas, y muy raramente inflamación pulmonar o reacciones alérgicas.


Azatioprina

Por último, diremos unas palabras del medicamento Azatioprina, inmunosupresor que se empleaba al principio de comenzar los trasplantes de riñón, pero cuyo uso decayó al surgir la Ciclosporina, que era mucho más potente. Actualmente, ya no se emplea, y tan sólo en alguna persona cuyo trasplante sea anterior a la década de los 80 o muy al principio de ésta, y cuyo funcionamiento sea óptimo, se puede ver su utilización. También, al igual que todos estos medicamentos, presenta bastantes efectos secundarios, siendo el más frecuente la anemia y el descenso en los valores de glóbulos blancos y plaquetas.
    




domingo, 14 de febrero de 2016

¿Qué son los inmunosupresores y para qué se utilizan en el trasplante renal? (II)


Dentro de la pequeña revisión que estamos haciendo en estas entradas a los inmunosupresores que se utilizan para evitar el rechazo en el trasplante renal, en esta ocasión vamos a hablar de algunos de los más usados: CiclosporinaTacrolimus y corticoides. Para una siguiente entrada dejaremos otro grupo de medicamentos más novedosos como son Rapamicina (o Sirolimus) y Everolimus, y  daremos unas pinceladas sobre otro fármaco que se emplea muy poco actualmente en el campo del trasplante renal, como es Azatioprina.


Los corticoides

Fueron  los primeros inmunosupresores que se empezaron a utilizar y actualmente hoy siguen empleándose. En las primeras fases del trasplante se usan dosis muy elevadas y, posteriormente van disminuyéndose para llegar a una dosis de mantenimiento de 5 o de 2,5 mgr al dia tras unos meses. Actualmente, como presentan bastantes efectos secundarios se están suspendiendo en personas que lleven mucho tiempo trasplantadas y su riñón funcione aceptablemente bien.
La otra cara de la moneda, son los efectos secundarios importantes que presentan, aunque hay que tener en cuenta que éstos son más frecuentes cuando se emplean dosis altas de corticoides y durante mucho tiempo. Entre los más frecuentes se encuentran:
-          -elevación de cifras de azúcar y aparición de diabetes
-          -importantes problemas de osteoporosis que conducen a huesos muy frágiles
-         - elevación en la tensión arterial
-          -aparición de acné
-         - aparición de cataratas y/o glaucoma
-         - problemas de estómago (úlceras)
-         - elevación de valores de colesterol
-         - ganancia de peso


Por todo ello, y cómo hemos señalado antes, la tendencia actual es que pasado un tiempo razonable, si todo va bien, se puedan suspender definitivamente este tratamiento.

Ciclosporina

Este medicamento fue muy útil en la década de los 80, dado que al asociarse con los corticoides mejoró muchísimo el pronóstico de las personas que se trasplantaban, ya que el número de rechazos disminuyó de manera muy importante. Sin embargo desde mediados de la década de los 90 su utilización disminuyó al aparecer otros inmunosupresores más potentes. Actualmente se emplea en los pacientes que llevan mucho tiempo trasplantados y al funcionar su riñón bien, no es necesario cambiar a otro fármaco, o en los que presentan problemas con algún otro medicamento y es necesario recurrir a la Ciclosporina.
Al igual que los corticoides, también presenta efectos  secundarios, siendo el más importante de todos el de dañar al riñón cuando los niveles en sangre del medicamento son muy elevados, de ahí que sea necesario siempre medir esos valores, para no pasarnos de dosis. En los primeros momentos del trasplante, los niveles serán más elevados y, posteriormente se irán disminuyendo hasta alcanzar un rango de mantenimiento.
Además puede producir subida en la tensión arterial, crecimiento importante de las encías y aumento del vello, aunque estos dos últimos efectos secundarios suelen ser más raros.
Tacrolimus

Actualmente este inmunosupresor es considerado el rey, ya que es el más potente de todos y el que se pone de inicio en la mayoría de los casos (salvo que haya algún problema de intolerancia), siempre combinado con otros medicamentos. Su aparición en la década de los 90 supuso un gran avance en el pronóstico y duración de los trasplantes renales.
Pero, como todos los medicamentos inmunosupresores también tiene sus efectos secundarios, en los que el más importante es la de dañar el funcionamiento del riñón, cuando sus niveles en sangre son muy elevados, al igual que sucede con  la Ciclosporina, por lo que al igual que aquella debemos medir sus niveles en sangre, que irán también variando a lo largo del tiempo (más elevados al principio, más bajos en la fase de mantenimiento).
Otro efecto secundario relativamente frecuente es la aparición de temblor, que muchas veces es debido a la presencia de niveles elevados del fármaco en sangre, por lo que ante la aparición de manera más o menos brusca de un importante temblor en las manos habrá que pensar que quizá los niveles de Tacrolimus estén elevados y haya que disminuir la dosis (se debería acudir a la consulta del nefrólogo para que valorase la necesidad de realizar unos análisis de manera más o menos rápida).

Este medicamento también puede producir elevación de los niveles de azúcar (al igual que los corticoides) y en casos muchos más raros, alteraciones neurológicas de distinto tipo, que suelen resolverse al suspender y cambiar este fármaco por otro.  

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